Igualdad de oportunidades en clave de género: rompiendo el techo de cristal antes de chocar con él

La lucha por la igualdad de oportunidades es compartida por muchos sectores sociales y en distintos ámbitos. Desgraciadamente, todavía hay muchas esferas de la vida donde predominan las desigualdades, y la discriminación por razón de género es una de ellas. «El mundo no puede permitirse la pérdida del talento de la mitad de las personas», sentenciaba la física Rosalyn Yalow, y muestra de esta reivindicación que todavía tiene mucho campo por recorrer es el techo de cristal con el que hoy día se topan muchas mujeres. Es una forma más de violencia machista, que llega en edad adulta, pero que se cultiva con el paso del tiempo a través de la adquisición de roles y estereotipos de género. Por lo tanto, es importante tenerla presente desde los diferentes ámbitos desde los que se acompaña a la infancia y la adolescencia. 

Así lo manifiestan entidades que trabajan con jóvenes, como es el caso de la Fundación Impulsa: “Desde la Fundación Impulsa trabajamos para garantizar la igualdad de oportunidades de los jóvenes en el acceso a estudios de ciclos de Formación Profesional, pero a este reto se suman otros que son interseccionales, como por ejemplo el de la brecha digital o el de género. La discriminación por razón de género comienza desde que nacemos y se amplifica con el paso del tiempo”, explica Marta Miró, responsable de Programas de la Fundación Impulsa. En esta línea, cabe destacar el hecho de que, según el estudio Les dones a Catalunya 2022, elaborado por el Instituto Catalán de las Mujeres, en la formación profesional se observa una importante segregación de género en el seno de las diferentes áreas de conocimiento: de forma muy mayoritaria, encontramos mujeres en estudios de imagen personal (89,8%) y de servicios socioculturales y a la comunidad (84,3%), mientras que los hombres se sitúan mayoritariamente en los estudios de informática (88,9%) y en los de transporte y mantenimiento de vehículos (97,1%).  

 

“En la formación profesional se observa una importante segregación de género en el seno de las diferentes áreas de conocimiento”  

 

Con esta situación convive Karen Isabel, estudiante de CFGM de Mecanización, una joven a la que la Fundación Impulsa acompaña a través de la Beca Impulsa: En el ciclo formativo que estoy cursando soy la única chica de 25 alumnos que hay en la clase. En un principio, tanto para mí como para el resto de compañeros fue una situación extraña. El primer día que entré en el aula los chicos se sorprendieron de que fuera la única chica, y a mí se me hacía raro, porque venía de la ESO y allí éramos casi la mitad de clase de chicos y la otra mitad de chicas. Por suerte, solo fue al principio y ahora me siento bien en el aula. Con mis amigas pasó un poco lo mismo: todas han optado por estudios como enfermería o educación, y se sorprendían de que yo quisiera hacer lo que estoy estudiando, pero estoy contenta de que en su momento mi tutor me hablara, porque vi que era un ámbito que me interesaba y me está gustando mucho”, dice. 

 

“En el ciclo formativo que estoy cursando soy la única chica de 25 alumnos que hay en la clase” 

 

Con una realidad similar también convive Violant Batlle, cogerenta y directora financiera de Mugadas: La construcción es un sector totalmente masculino. Por suerte, nunca he topado directamente con el techo de cristal, porque la empresa es familiar. Sin embargo, a lo largo de los años he vivido cómo el trato cambia en función de si quien ocupa el cargo es un hombre o una mujer. De eso hace ya años, pero he oído llamarme ‘cariño’ o que me dieran dos besos por el hecho de ser mujer cuando al hombre se le da un apretón de manos, por ejemplo. El sector está lleno de micromachismos y todavía demasiado a menudo se cosifica a las mujeres”. Una situación que posiblemente radica en que todavía son pocas las mujeres que ocupan cargos de dirección en este sector. Una anomalía que también apunta el mismo estudio elaborado por el Instituto Catalán de las Mujeres, según el cual las ramas de actividad con mayor presencia de mujeres son la sanidad y los servicios sociales (15,7%), la educación (10,9%) y el comercio al por menor (10,8%). Por el contrario, los hombres se dedican mayoritariamente a la construcción (11,6%) y a otros empleos dentro de la industria (9,7%).  

 

“El sector [de la construcción] está lleno de micromachismos y todavía demasiado a menudo se cosifica a las mujeres” 

 

Se trata de unos datos que remarcan que los estereotipos y los roles de género tienen un impacto en la tipología de trabajo que llevan a cabo las mujeres y los hombres, una realidad ante la que el equipo psicopedagógico de la Fundación Impulsa también trabaja para combatir estas desigualdades. Lo explica Miró: “Una de las claves del Método Impulsa es el acompañamiento que hacemos a los jóvenes a través de la figura de las personas mentoras, y por eso a través de estas relaciones también velamos por promover procesos empoderadores que contribuyan a la igualdad, lo cual significa trabajar también la perspectiva de género en las mentorías, proponerles espacios formativos y proporcionarles herramientas y recursos que favorezcan una mentoría social transformadora”, detalla. En esta línea es gratificante escuchar testimonios como el de Karen, que ve el futuro con esperanza y optimismo: “Pienso que, en el fondo, haber optado por unos estudios tan masculinizados jugará a mi favor a la larga, porque, como somos tan pocas las mujeres que nos dedicamos a este ámbito, si encajo con lo que busca la empresa, ser mujer me hará destacar y creo que tendré más oportunidades. Por lo que he ido viendo y escuchando, las mujeres normalmente solemos organizarnos mejor y somos más exigentes y perfeccionistas en el trabajo, y esto se valora positivamente”, asegura. 

 

“Haber optado por unos estudios tan masculinizados jugará a mi favor a la larga»

 

Los espacios de reflexión sobre cuestiones de género son necesarios y útiles tanto para los jóvenes como para los mentores, argumenta Violant Batlle, que también hace de mentora de un joven de la Fundación Impulsa. “El tema de la perspectiva de género es uno de los que tengo claro que debo trabajar con el joven al que acompaño, pero soy consciente de que antes debo abordar a otros, porque sé que no es un aspecto sencillo. Soy consciente de que entre los jóvenes hay mucho machismo; creo que la educación que reciben por parte de las familias en este sentido es muy mejorable. Tenemos una sociedad muy machista y debemos aprender a dejar de aceptar y tolerar conductas que no deberíamos permitir. Yo misma me autocuestiono muchas veces y por eso necesito ver que la relación de mentoría es suficientemente sólida para abordar este tema, porque no sé cómo lo recibirá el joven. Me cuesta ver si determinadas decisiones de los jóvenes se toman desde la libertad o desde la presión social que nos rodea. Por lo tanto, el hecho de disponer de materiales y espacios para reflexionar sobre ellos siempre es de gran ayuda”, dice. 

 

“Tenemos una sociedad muy machista y debemos aprender a dejar de aceptar y tolerar conductas que no deberíamos permitir” 

 

En esta misma línea, un artículo publicado en El Periódico afirma que el 85% del profesorado reclama disponer de materiales educativos para abordar la violencia machista, el 80% exige apoyo especializado en estos temas que ayude a incluirlos en las clases y el 84% pide formación especializada. 

Según el informe de evolución de la brecha salarial de género en Cataluña 2020, la desigualdad salarial sigue siendo una de las manifestaciones más desgarradoras de la discriminación que sufren las mujeres en el mundo del trabajo, además de una de las principales causas del empobrecimiento femenino. Aunque a lo largo de los años este dato ha ido a la baja, las mujeres todavía conviven con una brecha salarial del 19,7%, lo cual supone que las mujeres cobran el 80,3% del salario de los hombres. 

Desde la Fundación Impulsa se trabaja para revertir esta situación, promoviendo la igualdad de oportunidades entre los jóvenes, independientemente de si son chicas o chicos y confiando en su talento para llegar allí donde se lo propongan.